“Las fuerzas ejercidas por la interacción de dos cuerpos (1 y 2) son siempre iguales en medida y opuestas en dirección”.
“La única forma que ha encontrado la gente de seguir adelante es dejar algo atrás“: (Interstellar, C. Nolan)
Al final de Interstellar, se menciona la tercera ley de Newton cuando el robot Tarsh, en el momento en que se desprende de la nave nodriza para “caer” en el agujero negro con el protagonista Cooper, dice que “la única forma que los humanos han encontrado para avanzar es dejar algo atrás”.
El impulso proporcionado por el robot y la nave espacial dará lugar a una reacción de acción que provocará un cambio profundo para los humanos y para Cooper, el protagonista, que caerá en el agujero negro.
Newton dice básicamente que cuando se ejerce una fuerza siempre intervienen dos cuerpos. La acción nunca se produce en un solo sentido, sino que hay una influencia mutua.
Consideremos, por ejemplo, un objeto colocado sobre una mesa: el cuerpo ejerce cierta fuerza sobre la mesa, igual y opuesta a la fuerza ejercida por la mesa. Estas dos fuerzas mantienen el objeto “flotando”, inmóvil.
Lo mismo le ocurre al cuerpo de cualquier persona cuando está en posición erguida y, gracias a la fuerza de empuje que ejerce sobre el suelo y que este le devuelve, consigue permanecer “inmóvil”.
“Las fuerzas siempre vienen en pares. Si el objeto A ejerce una fuerza F sobre el objeto B, entonces el objeto B ejercerá una fuerza igual y opuesta F sobre el objeto A”.
¿Por qué es fácil explicar estas leyes a través de la danza? En primer lugar, porque la danza implica al cuerpo humano, que encarna por excelencia quizá todas las leyes de la física y todos los misterios científicos resueltos y sin resolver. Desde una edad temprana, un bailarín se encontrará aplicando y desafiando las leyes de la gravedad y todas las leyes de Newton, ya sea trabajando solo, en grupo o en pareja. Esto es posible con el mayor aliado y enemigo que tiene un bailarín: el suelo. Mientras que en la vida de una persona corriente la relación con el suelo o cualquier superficie que encuentre es completamente casual e ignorada, el bailarín, desde los primeros momentos en que se acerca a la danza, debe definitivamente tener en cuenta el factor suelo y manejarlo conscientemente. El suelo es por excelencia el objeto B sobre el que se aplica una fuerza F medida y correcta para obtener la reacción de fuerza correcta como objeto A.
Los bailarines siempre tienen presente la tercera ley de Newton, porque si se equivocan en la fórmula de la fuerza F del objeto A sobre el objeto B, no obtendrán la reacción F que necesitan para el movimiento que deben conseguir.
En el primero de estos ejercicios, los participantes observan e imitan los movimientos del instructor. A continuación, el grupo se dividirá en parejas para realizar el mismo ejercicio, en el que se convertirán en entrenadores de su compañero.
Este ejercicio también se realiza por parejas e implica que los participantes muevan todas las partes del cuerpo de su compañero y mantengan la posición. Por supuesto, después la pareja cambia de papeles.
Cada participante, en una zona designada, será acompañado por el instructor para improvisar un número determinado de posiciones. La improvisación de cada participante pondrá de relieve las capacidades mecánicas del cuerpo que, tras la primera fase de calentamiento, ya pueden empezar a poner de manifiesto nuestro punto de partida.
PRÁCTICA VI – En el espacio
Los participantes realizarán movimientos a lo largo de un espacio definido.
Los participantes tendrán que memorizar y realizar breves acciones coreográficas para desarrollar y poner en práctica los conocimientos adquiridos.
Los participantes presentarán una actuación final.
“Estaba dentro de ti, oh movimiento, fuera de todas las cosas” (La danza y el alma, Paul Valéry).